Sala Vivancos

  • Miguel García Vivancos


    Pintor y comprometido anarquista, nace en Mazarrón (Murcia) en 1895. Aprendiz en el arsenal de Cartagena, marchó con su madre y hermanos a Barcelona para trabajar como metalúrgico. Conectó con el movimiento anarquista, llegando a ser uno de los líderes activos en lo sindical y social de la mano del grupo “Los Solidarios”.

    Al estallar la Guerra Civil, Vivancos luchó por las calles de Barcelona para abortar la sublevación militar. Pasó a ser uno de los organizadores de las milicias anarco-sindicalistas que partieron al frente de Aragón, asumiendo el mando de la 125 Brigada, la llamada columna de los “Aguiluchos”, para operar concretamente en el frente de Huesca. Posteriormente fue nombrado jefe de la 25 División del Ejército Regular de la República. Participó igualmente en la batalla de Teruel.

    Al caer Cataluña en manos franquistas formó parte del éxodo hacia Francia, siendo internado en el campo de Argelés-Sur-Mer. Al ser invadida Francia por los alemanes, Vivancos fue internado en 1940 en el campo nazi de Vernet d’Ariège, siendo liberado por la Resistencia francesa de la cual formó parte, luchando heroicamente hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

    Tras la toma de París por los aliados, Vivancos se instala con su familia en la capital francesa, para subsistir se dedicó a pintar sobre abanicos y pañuelos con temas de paisajes parisinos, vendiéndolos a los soldados norteamericanos. Es así como comienza a descubrir sus dotes para la pintura.

    En el año 1947 conoció a Pablo Picasso que lo acogió con cariño ya que había oído de sus acciones durante la Guerra Civil. Decide mostrarle sus obras en su estudio de la Rue des Grand-Agustins. Picasso se interesó por su pintura y le buscó a la marchante María Cuttoli para que se ocupase de darlo a conocer. En el año 1948 realizó su primera exposición en París en la galería “Mirador”. Se fue haciendo nombre llegando a exponer en numerosas galerías de París, Roma, Basilea, Rotterdam, Rabat, y en diferentes ciudades de la antigua Yugoslavia.

    Su nostalgia por España le lleva a solicitar su entrada oficial, con objeto de residir en ella, siendo autorizada por el Gobierno de Franco en 1970. En 1971 expone sus obras en la galería “Ramón Durán” de Madrid, pasando su muestra desapercibida tanto por la crítica como por los coleccionistas. De una forma póstuma se realiza a las pocas semanas de su fallecimiento una exposición de sus obras en la galería Studio 52 de Córdoba, ésta motiva que ese mismo año se exponga en Bilbao en la galería “Arteta”, obteniendo un gran éxito. Incluso coleccionistas de Madrid de “pintura naif“ que no se habían enterado de la exposición realizada en esta ciudad un año antes, se trasladaron a Bilbao para adquirir sus obras. Nuevamente se organiza en 1974 una exposición en la galería “Arteta” de Bilbao.

    Encontrándose mal de salud y sin apenas haber tenido relación con Córdoba la elige al final de sus días como residencia, por su clima y ambiente adecuado, por sentir una gran predilección por ella y por razones históricas-artísticas. Este motivo es más que suficiente como para que Córdoba le esté agradecida a este pintor “naif” de fama mundial, y se le pueda considerar como a un hijo de la misma.

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